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Una boda marca el final feliz de un viaje difícil a Nueva York

Stalin Alquinga y María Correa huyeron de Ecuador en busca de un nuevo comienzo en los Estados Unidos. El viaje les unió aún más.

Todo comenzó en un campo de fútbol en Quito, Ecuador. Stalin Alquinga estaba buscando mujeres jugadoras de fútbol para que se unan a un equipo local. Un conocido le habló de María Correa, una jugadora de 22 años de edad que tenía habilidades extraordinarias en el campo. Alquinga buscó a Correa y le preguntó si quería unirse al equipo. 

“Desde entonces, comenzamos a conocernos, y él me acompañaba a jugar al fútbol”, dijo Correa en español. Correa era delantera en los partidos de mujeres, y Alquinga, quien tenía 25 cuando se conocieron, jugaba en la defensa en el equipo de hombres.

Correa, quien ahora tiene 30 años, amaba jugar al fútbol desde que era adolescente en la escuela. Había tenido una infancia difícil. Su mamá emigró a Italia cuando tenía apenas 6 meses, y su padre estuvo en gran parte ausente de su vida. Correa pasó su niñez viviendo con familiares quienes le ofrecían un hogar. Ella dijo que se sentía sola, hasta que conoció a Alquinga, quien ahora tiene 33 años.

“Él se enteró de cómo era mi vida de niña, y siempre me decía que no me preocupara, que él estaría conmigo”, dijo Correa.

A los 23 años, cuando quedó embarazada de su hija Zhoemi, de ahora 7 años, se mudó a la casa de la madre de Alquinga, y se sintió inmediatamente como parte de la familia. Después de tres años, Alquinga y Correa se mudaron a su propio apartamento, y cada uno trabajaba en la industria de taxis. Juntos construyeron una familia y dieron de bienvenida a su  segundo hijo, Anders, ahora tiene 3 años.

Pero a medida que la situación en Ecuador se volvía más inestable, sus vidas comenzaron a desmoronarse. Alquinga decidió viajar hacia el norte debido a amenazas y violencia, dijo Correa. Al principio, Correa tenía miedo de unirse a él, pensaba que el viaje sería demasiado peligroso para sus niños. Pero el día antes de que Alquinga debía partir, Correa decidió que toda la familia debería migrar juntos a los EE. UU.

“Nos quedamos sin nada”, dijo sobre sus vidas en Ecuador. “No podíamos vivir en paz”.

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Sabían que la odisea sería difícil, teniendo que atravesar el Tapón del Darién a pie y cruzar siete países. “Tenía mucho miedo”, dijo Correa.

En la selva nadaron ríos y luchaban para encontrar refugio. Alquinga cortaba ramas de árboles para construir camas improvisadas. “Nos sentíamos muy protegidos por él”, dijo Correa sobre Alquinga. “Siempre estaba pendiente de su familia. Nunca nos dejó solos”.

Viajaron por Centroamérica y México, cruzaron la frontera hacia Texas y llegaron a Nueva York hace aproximadamente un año. Ella cuenta que el viaje hacia el norte le unió a Alquinga de una manera nueva y más profunda.

“Pasamos por una experiencia realmente difícil, pero que nos ayudó a sentir una vez más ese amor entre los dos”.

María Correa y sus hijos, Anders y Zhoemi Alquinga, caminan desde el hotel Row NYC hasta el hotel Roosevelt el 4 de enero para solicitar refugio. Foto por Giulia McDonnell Nieto del Rio para Documented

Una vez en Nueva York, la familia buscó refugio en el Hotel Row en Midtown. Alquinga buscó empleo arduamente, trabajando en construcción durante la semana en Long Island y regresando los fines de semana con dinero para la familia. A principios de enero, cuando la familia se acercaba al límite de su estancia en el Hotel Row, se mudaron a un apartamento en East Orange, Nueva Jersey, donde viven hoy.

Pero su tiempo en la ciudad de Nueva York es memorable por un evento singular.

En Ecuador, sintieron presión de los familiares para casarse. Aún así, querían esperar y tomar esa decisión por sí mismos, sin influencia externa. Y ese momento llegó en septiembre de 2023. 

Un día de septiembre, la familia de cuatro se dirigió a la oficina del secretario de la ciudad en el centro de Manhattan. Correa llevaba un vestido blanco de encaje que descansaba sobre sus rodillas. A su hija Zhoemi le gustaba usar atuendos similares a los de su madre, así que Zhoemi también eligió un vestido blanco y suelto, y se puso una flor blanca en el pelo. En medio de los nervios y la emoción, la pareja, después de estar juntos por más de ocho años, intercambiaron votos en su nueva ciudad junto con sus hijos.

“Decidimos casarnos aquí en Nueva York por todo lo que hemos pasado”, dijo Correa. “Hoy en día, nos conocemos muy bien. Él conoce mi carácter y yo conozco el suyo”.

Fotos del día muestran a la familia tomada de la mano saliendo de la oficina del secretario de la ciudad, y Correa sosteniendo un ramo de rosas blancas. Se dirigieron directamente a celebrar su matrimonio en un restaurante ecuatoriano en Queens. 

“Ahora tenemos un hermoso recuerdo para los dos. Además, nuestros hijos pueden ver el ejemplo de sus padres, casados, que somos una familia”, dijo Correa. “Fue algo muy encantador, muy especial”.

Traducida por Rommel H Ojeda


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