Entre 2016 y 2020, Diego Mejía trabajó por más de tres años como portero y conserje en dos edificios de Brooklyn. Sus responsabilidades incluían limpiar, trapear, reciclar y sacar la basura en uno de los edificios, además de realizar reparaciones, pintar y preparar unidades para nuevos inquilinos. “Los inquilinos llamaban por huecos en el techo y yo tenía que estar ahí para resolverlo”, dijo Mejía, de 44 años. “Apenas tenía tiempo para estar con mi familia”.
Él trabajaba en promedio 90 horas a la semana, ganando solo $4.90 por hora —una violación de las leyes laborales locales, estatales y federales— y nunca recibió pago por horas extra. Relató que trabajar los domingos y días festivos era común.
En septiembre de 2023, Mejía presentó una demanda contra la administración del edificio y los propietarios por violaciones al salario mínimo, impago de horas extras y falta de pago semanal.
Varios trabajadores de limpieza que hablaron con Documented dijeron que regularmente trabajan más de 40 horas semanales sin recibir pago por horas extra, muchas veces ganando por debajo del salario mínimo debido a una ley que establece su compensación semanal en una tarifa fija de $10 por unidad en lugar de un salario por hora. Si bien no hay datos exactos sobre cuántos trabajadores son víctimas de robo de salario, el monitor de robo de salarios de Documented revela que más de $5.3 millones fueron robados a trabajadores de limpieza en Nueva York entre 2012 y 2023. Estudios también indican que, como Mejía, la mayoría de las víctimas de robo de salario en la industria son inmigrantes latinos y trabajadores indocumentados que, en promedio, laboran 70 horas por semana.
“Apenas me alcanzaba para vivir”
Mejía llegó a Nueva York desde Honduras en junio de 2012. Su cuñado, Héctor Guzmán, quien vivía en el 425 E. 26th St., lo acogió y le pidió que se encargará del edificio mientras tomaba vacaciones. “Él me explicó cómo hacer el mantenimiento y cuidar del edificio”, dijo Mejía.
Mejía trabajó como portero por cinco meses antes de encontrar un empleo como mecánico, un puesto que sostuvo hasta que fue contratado en 2017 por los gerentes del edificio en East 26th Street.
Los gerentes le ofrecieron $300 a la semana por encargarse del 425 E. 26th St. y $200 por limpiar un segundo complejo con dos direcciones, 351 y 355 Fifth Ave. “Les dije: ‘¿qué voy hacer yo con $500 a la semana?’”, dijo Mejía. Agregó que los administradores prometieron eventualmente subir su sueldo a $800 semanales.
Sin embargo, asegura que solo le pagaban $200 al mes por los edificios en Fifth Ave: “Perdí tanto tiempo en esos edificios porque me llamaban todo el tiempo”.
Cuando pidió un aumento, le respondieron que el valor del apartamento en el que vivía en 425 E. 26th St. era mayor que el salario que solicitaba. “Les dije que hiciéramos cuentas”, recordó Mejia, pero dice que fue ignorado en múltiples ocasiones.
Un modelo laboral que deja a los trabajadores en la sombra
Los conserjes —comúnmente llamados supers— son definidos como trabajadores que viven en los edificios que mantienen y reciben un pago fijo de $10 por unidad, además de un apartamento sin costo dentro del edificio, explicó Mel González, director del Proyecto de Ley Laboral en el New York Legal Assistance Group (NYLAG), la organización que representa a Mejía en la demanda. Aquellos que no residen en el edificio son conocidos como porteros, agregó González.
González señaló que los propietarios y administradores de edificios suelen pagar a los trabajadores de limpieza semanalmente, extrayendo la mayor cantidad de trabajo posible de ellos. Debido a la ley que limita sus ingresos a $10 por unidad, los supers terminan ganando menos que el salario mínimo exigido por el estado de Nueva York y el gobierno federal.
González mencionó que otros clientes han denunciado trabajar más de 40 horas semanales, a veces hasta 20 horas en un solo día. La naturaleza del trabajo exige que los conserjes estén disponibles constantemente para atender los pedidos de los inquilinos.
Un informe de 2007, Unregulated Work in the Global City del Brennan Center for Justice, encontró que los supers sin sindicato y aquellos contratados directamente por propietarios o administradores son más propensos a sufrir violaciones al salario mínimo. En ese momento, el informe mostró que los supers ganaban tan solo $3.50 por hora, menos de la mitad del salario mínimo.
“Los caseros prefieren negar que los supers están trabajando todo el tiempo, aunque sabemos por experiencia que están disponibles las 24 horas del día”, señaló González. “Además, pueden ser desalojados de sus apartamentos tan pronto como sean despedidos”, dijo.
Roberto Gálvez Ordóñez, otro cliente de González, presentó una demanda el año pasado alegando que su empleador 1280 Dean St. LLC, robó su salario por 11 años. Según la demanda, Gálvez Ordóñez trabajaba aproximadamente 63 horas por semana, ganando alrededor de $4.39 por hora, menos que el salario mínimo federal de $7.25 por hora. Dijo que nunca recibió el pago correspondiente por horas extras.
En 2022, Gálvez Ordóñez sufrió un derrame cerebral mientras trabajaba, lo que lo obligó a ser hospitalizado por cuatro meses y luego rehabilitarse durante tres más. Su demanda afirma que su empleador ignoró sus intentos de comunicarse sobre posibles adaptaciones. En 2024, dos años después, Gálvez Ordóñez fue llevado a la corte de vivienda y desalojado.
Mejía asegura que la historia de Gálvez Ordóñez no es un caso aislado. En 2021, su gerente lo llamó para que fuera al 425 E. 26th St. a retirar una mesa grande del vestíbulo. Tres días antes, Mejía había visto a un grupo de personas intentar mover la mesa con una carretilla y un montacargas sin éxito debido a su peso y tamaño. “Le dije que era imposible”, dijo Mejía.
A pesar de sus advertencias, el gerente insistió en que él y Guzmán retiraran la mesa. Al intentarlo, la mesa cayó sobre Guzmán, golpeándolo en la pierna y requiriendo ocho puntos de sutura. Mejía sufrió una lesión en la espalda y dolores de cabeza crónicos que persisten hasta el día de hoy.
Un mes después, Mejía fue despedido. Solicitó compensación laboral, pero perdió el caso y también fue llevado a la corte de vivienda. “Cada semana los gerentes enviaban inspectores diciendo que mi cuarto era ilegal. Me acusaron de maltratar a mis hijos”, contó Mejía, quien ahora vive en Carolina del Norte con su esposa y cuatro hijos.
“Me cansé de tanto acoso y decidí irme”, dijo.
“Hay empresas que hacen trabajar a las personas en turnos de ocho horas y pagan lo que es justo”, dijo, agregando que ahora no puede moverse demasiado rápido debido al dolor que siente en la espalda. “Quiero que me paguen por el trabajo que hice”.
El 3 de marzo de 2025, Mejía llegó a un acuerdo con la firma de abogados que representaba a los propietarios del edificio.